El pecado constante de los pastores, especialmente de los pastores evangélicos, es impaciencia. Tenemos una meta. Tenemos una misión. Vamos a salvar el mundo. Vamos a evangelizar a todo el mundo, vamos a hacer un montón de cosas buenas y llenar nuestras iglesias. Todas estas metas están bien. Pero es un trabajo muuuy lento, es trabajo del alma, esto de traer a las personas a una vida de obediencia y amor y gozo delante de Dios.
Así que nos impacientamos y empezamos a buscar atajos y a usar cualquier medio disponible. Hablamos de beneficio. Manipulamos a la gente. Los intimidamos. Usamos un lenguaje extremadamente impersonal- lenguaje de intimidación, de manipulación.
Esta impaciencia que consiste en dejar los métodos de Jesús en orden de que el trabajo de Jesús se haga es lo que destruye la espiritualidad. Esa es la razón por la cual, la espiritualidad es tan desastroza en el día de hoy.
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Esta impaciencia que consiste en dejar los métodos de Jesús en orden de que el trabajo de Jesús se haga es lo que destruye la espiritualidad. Esa es la razón por la cual, la espiritualidad es tan desastroza en el día de hoy.
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Foto Cortesía de Thomas Hawk
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