... la oración es la articulación de una respuesta humana a la Palabra de Dios, la palabra que crea y salva. Las "tormentas marinas" que hacen que cuestionemos nuestra vocación son las que nos ayudan a recuperarla. Nos exponen a lo que no podemos manejar. Somos devueltos al caos primario, el toju y boju de Génesis 1, donde sometemos nuestras vidas a la Palabra creadora de Dios. En la tormenta somos reducidos a los que es elemental, y lo más elemental es Dios. Así que la oración emerge como el acto único que tiene que ver con Dios.
Las tormentas exponen la futilidad de nuestro trabajo (como el caso de Jonás) o lo confirma (como con Pablo). En ambos casos, la tormenta nos obliga a estar conscientes de que Dios es quien constituye nuestro trabajo, y nos desabusa de cualquier sugerencia de que, haciendo nuestro trabajo, podemos manipular o evitar a Dios. Una vez que eso es establecido en nuestras vidas, estamos listos para aprender una espiritualidad que es adecuada para nuestra vocación, trabajando en verdad, con facilidad, sin temor, sin ambición o ansiedad, sin negación o pereza.
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Fausto Liriano • www.veldugo01.comBajo Licencia Creative Commons
Foto Cortesía de Thomas Hawk
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