Pero resulta que en este propósito de vivir la vida cristiana, el aspecto más descuidado tiene que ver con la forma que se lee las Escrituras. No estoy diciendo que los cristianos no poseen ni leen la Biblia, tampoco implico que los cristianos no creen que la Biblia sea la Palabra de Dios. En lo que se descuida es leer la Escritura formativamente, o sea, leerla para vivir conforme a lo que dice.
La obra del diablo es tomar aquello tan precioso… y perpetuarlo en una vida de lectura marcada por una devoción indiferente.
Lo que quiero decir, contrarrestando al diablo, es que para poder leer la Escritura de forma adecuada y con propiedad, es necesario también vivir conforme a lo escrito. No estoy diciendo que hay que vivirla primero como requisito para leerla, sino que al leerla, el vivir y el leer debe ser recíproco, en nuestra expresión corporal y en las palabras que hablamos; cada día al leerlas necesitamos asimilar la lectura para vivirla, aplicando lo que leemos a la forma que vivimos. Leer la Escritura no es una actividad secreta separada de vivir el evangelio sino que debe integrarnos. Significa permitir que Dios tenga la palabra en todo lo que decimos y hacemos. Es así de sencillo y así de difícil.
*Tomado de "Cómete Este Libro"
Usado Con Permiso • Gracias a Editorial Patmos
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Fausto Liriano • www.veldugo01.com
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exactamente "Es así de sencillo y así de difícil."
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