Eugene Peterson Habla Sobre El Ministerio Pastoral
Al principio de la década del ‘60, Eugene Peterson planeaba
terminar un Ph.D en estudios Semitas mientras trabajaba como Pastor Asociado en
una iglesia Presbiteriana en White Plains, New York. Ya tenía estudios en el
área a través del Biblical Theological Seminar) en Nueva York (actualmente New
York Theological Seminary) y de John Hopkins. Pero su carrera académica tuvo
una pausa: Peterson decidió que su verdadera vocación era ser pastor. En 1962
fue llamado a plantar una nueva
congregación en Bel Air, Maryland, cerca de Baltimore. La congregación, Christ
Our King Presbyterian Church (Iglesia Presbiteriana Cristo Nuestro Rey),
eventualmente creció a 500 miembros. Peterson sirvió en está iglesia por 29
años. El y su esposa, Jan, criaron a sus tres hijos.
Luego de retirarse de Christ Our King, Peterson enseño
durante 5 años en Regent College en Vancouver, British Columbia. Ahora reside
en el Estado donde nació, Montana, (fue criado en una familia Pentecostal—y
jugo básquetbol en la misma secundaria a la que Phil Jackson asistió, entrenador
de Los Lakers de Los Ángeles.) Últimamente ha estado trabajando en una serie de
libros acerca de teología espiritual.
Peterson es autor de 20 libros (aun en venta), incluyendo
“The Message: The New Testament in Contemporary Language (El Mensaje: El Nuevo
Testamento en Lenguaje Contemporáneo). Su traducción de la Biblia será
publicada en el verano por NavPress.
Está claro que la dedicación de Peterson por perseguir la
vida pastoral no quitó su deseo por lo intelectual ni descartó su pasión por
las lenguas bíblicas. De la misma manera, está claro que su vocación ha sido
distintivamente pastoral y que su florecimiento intelectual ha sido moldeado por esa vocación. Hable con él sobre su
experiencia pastoral, y de cómo la vida demandante y compleja de un pastor, puede ser llevada con integridad y gozo.
Siento al leer tus libros y conversando contigo que estás
lleno de gratitud por la vida que has vivido y agradecido por ser pastor.
¿Estoy en lo cierto?
Amé ser pastor,
casi cada minuto. Es una vida, difícil por lo demandante que es. Pero las
recompensas son enormes – las recompensas de estar al frente, viendo como el
evangelio obra en la vida de la gente. Me mantengo convencido de que si estás
llamado a ello, ser pastor es la mejor vida que existe. Pero cualquier vida
puede ser la mejor vida si vives de acuerdo a tu llamado.
¿Cómo te convertiste en pastor?
Creo que fui atraído a la calidad intensa,
relacional y personal de esta vida. En el momento que decidí convertirme en
pastor, yo era Profesor Asistente en un seminario. Amaba enseñar, pero cuando
lo contrasté con lo que estaba haciendo como pastor asociado, no había
comparación. Era la diferencia entre el entrenador en los vestidores, planeando
jugadas en la pizarra, y ser uno de los jugadores en la cancha. Quería ser uno
de los jugadores en la cancha, jugando mi parte a la vez que la vida de Cristo
se encarnaba nuevamente en mi comunidad.
Qué interesante, porque si hay una vida que muchos
pastores idealizan, es la vida académica.
Extraño, ¿no? Cuando la gente dice “No quiero ser pastor, quiero ser profesor universitario”, yo digo “Bueno, el mejor lugar para ser un profesor
es en una congregación.” Todo lo que enseñé durante mi ocupación en Regent
College fue primero desarrollado y enseñado en mi congregación. En Regent,
definitivamente, lo embellecí. Le agregue notas al pie de la página. Pero la
motivación de la gente en el aula era diferente a la motivación del ambiente
congregacional: ellos buscan obtener un grado, mientras que en la congregación,
la gente está buscando como vivir el próximo día.
Mucha gente piensa
que el ministerio de hoy en día está en crisis – crisis moral. ¿Cómo lo ves?
Mi opinión es que mucha gente toma el rol de pastor sin aprenderlo
de adentro hacia afuera. Como dije, pienso que aquellos que han sido llamados la
vida pastoral realmente buena. No es una vida fácil, pero está llena de
resonancias con todo lo demás que pasa en la creación y la historia.
Tengo la sensación, de que en estos días, muchos de mis
colegas tienen en la mira una recompensa externa. ¿Cómo logro ser un buen
líder? ¿Cómo logro que me publiquen? ¿Cómo hago esto? ¿Cómo hago aquello? Esas no
son las preguntas correctas
No somos una iglesia impulsada por el mercado, y el
ministerio no es una vocación impulsada hacia el mercadeo. No estamos vendiendo
nada, y no estamos ofreciendo productos y servicios. Si un pastor no está
discerniendo y discriminando las demandas de su vocación y las de la
congregación, entonces las demandas y los deseos de la congregación pueden
dominar lo que él o ella está haciendo – y eso es lo que crea las condiciones para
un trabajo que no tiene nada de pastoral.
Y luego puedes perder la moral y tu moralidad, porque no estás
trabajando en algo que tenga un orden bíblico. Uno experimenta carencias, y si
he de usar una palabra elegante, cualquier inclusión o integración trinitaria.
Si miras los números y el dinero, las
iglesias Americanas de cierta manera son de las más exitosas que existen. Aun así,
pienso que eso está por discutirse, probablemente estamos en uno de los puntos más
bajos por la necedad y trivialidad que tanto caracterizan la vida de iglesia en
estos días. Esta es una de las razones por la que pienso que el trabajo
pastoral es mejor manejado en un marco considerablemente pequeño.
¿A qué te refieres con “considerablemente pequeño”?
Algo entre 50 y 500 personas. De la única manera
en que un pastor puede discriminar y estar consciente de la naturaleza
profundamente idolatra de los seres humanos es aprendiendo a amar a un grupo particular
de personas en un lugar a través del tiempo. Ellos tienen que saber que estás
de su lado aun cuando no le das lo que ellos quieren que les des. No van a
saber esto solo escuchándote desde el pulpito. Solo los puedes convencer
estando con ellos, escuchándolos, sintiendo su dolor y sufrimiento y hasta
compartiendo sus ideas erróneas, pero todo el tiempo dando testimonio, sea
verbal o en silencio, del trabajo del Espíritu.
Si sólo te la pasas confrontándolos, pierdes todo el
sentido pastoral. A menudo utilizo las palabras “relato” o “narrativo”, como
una manera de entender la vida pastoral. La vida pastoral es mejor vivida
cuando es experimentada como una participación en un despliegue narrativo. No
puedes criticar o discernir desde un punto fuera la narrativa de la vida de tu
congregación. Tiene que hacerse desde la historia misma. El pastor o la pastora
debe entenderse asimismo o asimisma para ser una de las personas ahí.
Por supuesto que también somos parte del pecado de la
congregación. Pero con optimismo, como pastores, estamos bien formados por el
relato de la redención y el perdón contrario a estar abrumados por el relato de
la congregación.
¿Cómo lograste
este tipo de correspondencia narrativa con la gente? ¿Qué prácticas eran
esenciales a ese tipo de compromiso?
Nada elegante. Pasaba mucho tiempo con ellos. Estaba en sus casas. Iba a sus lugares
de trabajo y veía lo que hacían. Mis hijos jugaban con los suyos.
Siempre preferí ir a las casas de la gente, porque ahí
estaba en su territorio. Si había un problema especial, entonces era más fácil
que vinieran a mi estudio. Pero yo siempre iba a sus casas cuando podía. A
decir verdad, odiaba hacerlo, porque soy tímido e introvertido – nunca fue
fácil para mí. Pero ,una vez que estaba allí, me sentía bien.
Hice muchas visitas a sus lugares de trabajo y casas porque
quería ser su pastor – y no podía ser
su pastor si ellos solo se encontraban conmigo en mi territorio, en el lugar
donde yo era la autoridad.
Estás describiendo
una vida pastoral que no encaja a la perfección en el agujero de lo que hemos
llamado “la vida profesional”, que tiene como premisa la división de lo público
y lo privado, trabajo y familia, lo personal y lo social. Hay algo
determinante, “un límite ambiguo” al estilo de vida que estas describiendo.
Para muchos pastores, es este “limite ambiguo” que constituye la desventaja inequívoca
de la vida pastoral.
Crecí en un pueblo pequeño y mi papá era carnicero, tenía
una pequeña carnicería en el centro del pueblo. En medio de esa carnicería y
nuestra casa, en cierto sentido, no había límites. De este modo diseñe para mí
un estilo de vida en el cual el trabajo y la casa no eran cosas distintas. Mi
papá conocía el nombre de todo el que
venía a la carnicería. En un punto me di cuenta que lo que estoy haciendo como
pastor era lo que mi papá había hecho como carnicero.
También recuerdo a principios de mi ministerio, escuchaba
a mis colegas quienes parecían ofendidos y enojados con sus congregaciones,
como si la congregación fuese el enemigo. Recuerdo haber tomado una decisión
consciente de no adoptar ese punto de vista. La congregación no es el enemigo.
Ellos son mis amigos. Yo soy su amigo. Estamos juntos en esto, aun cuando no
nos agradamos mutuamente.
Si hubiese algún substituto de tener límites, era saber
cuándo y cómo pedir ayuda. Recuerdo el siguiente consejo: “La palabra más
poderosa en el mundo es ‘ayúdame.’” Así que le pedí a mi congregación que me
ayudara.
Yo tenía necesidades. Una de mis necesidades fuertes es
tiempo y espacio para la soledad. Así que no me sentía incómodo al cerrar mi
puerta o estableciendo horarios para estudio o para cuando estaría disponible
para llamadas.
Pedir ayuda era una parte regular de mi conversación con
la congregación. Dos veces al año me iba a un retiro con mis ancianos y
diáconos, y compartía con ellos las necesidades que tenía como pastor. Solía
decir: quiero ayudarles a vivir sus vidas Cristianas, pero necesito de su ayuda
también. Esto nos ponía en un plano más equilibrado, y ellos desarrollaban
ideas y estrategias de cómo alcanzar objetivos en común.
Por ejemplo, sabían que escribir era importante para mí.
Un día tuvieron una reunión privada y regresaron y dijeron, “Queremos darte seis semanas al año solo para
que escribas.” Nunca me hubiese atrevido a pedirles esto. Era algo bastante
generoso. Aprendimos a tomarnos en serio, y eso hizo la diferencia de cómo
trabajamos en conjunto. Este enfoque es mucho más efectivo que un enfoque
contractual que es muy común en estos días. Casí nunca me sentí presionado o
empujado, ni me impusieron demandas que fuesen inapropiadas.
Para vivir este tipo de vida – el cual quería hacer y mi
esposa quería hacer – tienes que ser sabio y cauteloso, para que no seas
explotado por gente neurótica o incluso psicótica. No puedes estar abierto
ingenuamente todo el tiempo a todos. Tiene que haber algún tipo de protección.
Pero habiendo dicho esto, desde el principio de mi carrera pastoral yo
reaccione en contra del modelo profesional de mantener los límites claramente
definidos. Encontré otras maneras de protegerme de la explotación.
¿Cómo cuales?
Bueno, la más importante era mantener un sabático. El
lunes era sabático. Mi esposa y yo nos pasábamos el día en el bosque
regularmente. Le dije a mi congregación lo que estaba haciendo. Alrededor de
cada tres años escribía una carta pastoral explicando “¿Por qué tu pastor
mantiene un sabático?” Al pasar el tiempo me comenzaron a ver como una persona
que tenía necesidades, las cuales estaba atendiendo. Y comenzaron a reconocer y
respetar el hecho de que no era simplemente alguien que estaba disponible para
todos todo el tiempo, pero alguien quien, los lunes, estaba afuera en el bosque
viendo aves. Creo que esto ayudó a crear un sentido de identidad el cuan
transcendía su necesidad de mi.
Otro modelo de protección que desarrollé era este: si
alguien llamaba para reunirse conmigo, y sentía que no era una crisis, decía, “¿Lo podemos hacer dentro de tres días?”
o “¿Lo podemos hacer la semana que
viene?” y ponía la cita. Eso me protegía de reaccionar exageradamente a las
necesidades de mi congregación.
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Entrevista realizada por David Wood
Traducido por Julissa Paulino (¡Gracias!)
Puedes encontrar la original en inglés AQUI
Fausto Liriano • www.veldugo01.com