Monday, December 23, 2013

Desde Un Lugar Oscuro En Belén

El nacimiento de Jesús fue un acontecimiento tranquilo, alejado del público. Los únicos que estaban presentes eran sus padres, unos pocos pastores, algunos eruditos religiosos que estaban de visita (los famosos magos) y unos cuantos animales de granja. Solemos agregarle algunos detalles hogareños a ese nacimiento y lugar tan oscuros. Esto penetra nuestra mente y nos divertimos en nuestra casa y nuestras iglesias con miles de variaciones personales. Nos encanta recordar ese nacimiento. Continuamos adornándolo con afectuosos detalles y canciones.

Pero la sepultura de Herodes no fue oscura ni tranquila. Y, por cierto, no fue afectuosa. El lugar de su tumba se alzaba por encima del desierto llano: era una montaña construida por Herodes. Cerca de allí, había una modesta colina natural, pero nada se acercaba al tamaño que requería Herodes. De modo que hizo que construyeran una montaña cada vez más alta, con tierra y rocas, para que se alzara sobre el horizonte del desierto, con su palacio construido en la cima: una asombrosa obra arquitectónica, increíblemente elegante. Herodes no tenía ninguna intención de desaparecer en su tumba después de muerto para caer en el olvido. Este lugar de sepultura era esplendoroso, diseñado con la intención de mantener a la gente consciente e impresionada por su poder e importancia y fama para siempre. Y la gente continúa yendo e impresionándose, pero son pocos los que lo hacen en comparación con los que van a Belén y adoran.

Desde el monte de los Olivos, una milla al este de Jerusalén, mirando hacia el sur, el castillo donde se encuentra sepultado Herodes, Herodión, se destaca aún sobre el horizonte, mientras que la cueva donde nació Jesús está oscurecida por el gran edificio de la iglesia que la rodea. Pero nadie adora en Herodión. El entierro de Herodes fue algo fastuoso, con miles de personas en la procesión. Durante los últimos años de su vida, su inclinación hacia la crueldad se había acrecentado más y más. Se había convertido en un monstruo, odiado por todos, que masacraba por capricho. Las ejecuciones se h†abían convertido en una rutina. Dos veces, habiéndose alejado por razones de negocios políticos de cierta peligrosidad, hizo arreglos con un confidente para que, si él no volvía, matara a su esposa favorita, Mariamne (él tenía diez esposas). No podía soportar la idea de que algún otro hombre la poseyera. Estaba profundamente enamorado de ella, pero era una clase de amor típicamente herodiano: amor a un objeto, no una persona. Ambas veces regresó sano y salvo, de modo que no se tuvo que concretar el asesinato. También mató a su tío José, su suegra Alejandra y tres de sus hijos: Aristóbulo, Alejandro y Antípatro. La famosa ocurrencia de César Augusto en Roma, quien era un amigo personal de Herodes, hubiera servido como un epitafio apto para su tumba: “Yo preferiría ser el cerdo de Herodes antes que su hijo”. Herodes sabía que a su muerte se realizarían celebraciones por toda la región. Cuando murió hubo mucha pompa, pero no hubo lágrimas.

La cueva en Belén y la fortaleza palaciega de Herodión contrastan las dos maneras de vivir en el mundo. Aún hoy permanecen con nosotros: el camino de Jesús y el camino de Herodes.
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Tomado de "El Camino de Jesús"
Gracias a ©Editorial Patmos • Usado con Permiso
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